
La Industria Cultural en el mundo ha sido uno de los sectores más afectados en esta crisis y quizás uno de los sectores más olvidados, aun así, este gremio fue uno de los primeros en darle la cara a esta pandemia, liberando contenidos, realizando conciertos, talleres y foros vía streaming, que en muchos casos sirvieron como un foco para recaudar donaciones destinadas a ciudadanos en estado de vulnerabilidad y en la compra de insumos médicos para combatir el coronavirus, pero también para acompañar a través del arte, a millones de personas que se encuentran en cuarentena, como fue el caso de la banda ecuatoriana “Los Corrientes”, quienes le han puesto banda sonora al confinamiento de sus seguidores a través de recitales en línea.
En este contexto, un sector que de diferentes maneras contribuye al desarrollo de la economía y la sociedad, y del cual dependen miles de familias, tiene que ser incluido en los programas de créditos e incentivos de los Gobiernos e Instituciones Privadas, para que el Mercado Cultural pueda afrontar los estragos financieros que ha dejado el covid-19.

Por ello, será necesario que se generen sinergias que posibiliten que dichas ayudas puedan llegar a todos los actores que integran éste sector, para así evitar que las mismas, solo beneficien a las élites artísticas que en muchos casos, dirigen o tratan de organizar desde sus privilegios, pero desconocen la realidad y necesidades de los artistas callejeros como los lagarteros, los payasos y muchas otras personas cuyo medio de sustento diario es el arte y que no figuran en Instagram u otras redes sociales, y tampoco cuentan con el mecenazgo de un crowdfunding pero siguen sacando sonrisas, evocando tiempos pasados y asombrando a los pocos que se animan a salir en esta versión criolla de Wuhan, llamada Guayaquil.