Desde hace unos veinte años, en la política ecuatoriana se viene dando una maniobra que afecta a la sociedad: “Colocar a los hijos de políticos en la palestra pública sin que tengan la más remota idea de lo que deben hacer”.
Esto ha dejado fuera de protagonismo a los verdaderos jóvenes líderes y sus ideas innovadoras.
El poder encantador de la política ecuatoriana se ha quitado el antifaz de hipnotizador de mentes perversas y degeneradas que ejecutan como práctica diaria utilizar a familiares políticos, hijos y testaferros conocidos como grandes técnicos y ejecutivos disfrutando de las delicias y comodidades que brinda el poder y sus altos cargos.
Muchos son los hijos de políticos que han seguido los pasos de sus padres y se han metido a la política, seducidos por las regalías y comodidades que se logra cuando no se participa con afán de servicio sino de lucro personal.

Este grupo minúsculo pero muy influyente de especialistas en ser honorables beneficiarios del erario público, manejan un discurso incoherente con su modo de vida, donde, sin el menor rubor, y con absoluto desparpajo, alardean de un modo de vida de magnate petrolero.
Los ecuatorianos deberían proponerse dignificar la política este 2022 y 2023 siendo extremadamente serios y responsables al momento de apoyar a quienes serán los futuros, presidentes de Juntas Parroquiales, Concejales, Alcaldes y Prefectos. Este es el primer paso para mejorar la sociedad.
Jaime Andrés Véliz Ortiz, corresponsal en Guayaquil.