El ecuatoriano, y en especial; el guayaquileño, se caracteriza por un espíritu de emprendedor. Por lo general, el emprendimiento nace de una necesidad o del deseo de superación. En cada esquina de Guayaquil hay un emprendedor, con un puesto de comida, con venta de artículos varios en redes sociales, y los más jóvenes, incluso, venden dulces en el recreo de su escuela o colegio.
Lo primero para formalizar un emprendimiento, es llevar las cuentas claras, se debe abrir una cuenta bancaria exclusiva para el negocio, y tributar sobre los ingresos. Abrir un RUC es sencillo, el trámite lo puede hacer desde la página web de SRI. El principal objetivo es crear un historial en el sistema financiero y en el SRI para tener la opción de financiamiento para capital de trabajo.
Priorizar la inversión; este es otro tema importante. Por lo general, los emprendimientos empiezan a ser rentables después de los primeros seis meses.
Se debe realizar el cálculo de toda la inversión, y que la primera meta sea recuperar esa inversión. No hay que desalentarse si demora en cumplirse esa primera meta, tampoco se debe cometer el error de utilizar las ganancias en otra cosa que no sea una nueva inversión para el negocio.

Es fundamental registrar la marca; en este mundo globalizado, el principal recurso y bien a proteger no es el inventario sino la marca, porque es lo que identifica y diferencia un emprendimiento de otro. Al registrar la marca, se protege el emprendimiento que tanto cuesta posicionar.
Por último, solo queda decir, que la suerte se la hace cada día con trabajo, esfuerzo y ganas de salir adelante. Todas las fortunas se construyeron sobre sangre, sudor y lágrimas, de un emprendedor que creyó en su idea de negocio.
Giovanni Reyes – Corresponsal en Guayaquil, Parroquia Tarqui.