Datos alarmantes que empañan su día…
La violencia contra niñas, niños y adolescentes, ha sido la constante a lo largo de la historia. En la actualidad, lo único que ha cambiado son los métodos.
La humanidad no ha podido menguar el maltrato físico y psicológico a los menores; ésta problemática continúa, sobre todo, en países como el nuestro.
Los arquetipos de violencia se han ido perfeccionando dentro del hogar. Con la aparición de las redes sociales la vida privada de las personas se volvió pública, (fotos familiares de viajes, muchas sonrisas, abrazos y amor) no obstante; “todo lo que brilla no es oro“, es así, pues, que dentro de los hogares de cualquier estrato social o posición económica puede desarrollarse violencia intrafamiliar por parte de cualquier miembro de la familia hacia los menores, sin ser necesario el ejercicio de abuso o violencia física, sino más bien del tipo verbal o psicológico.
En las provincias de Guayas, Pichincha, Cotopaxi y Chimborazo, se encuentran mayores casos por maltrato a niñas, niños y adolescentes. Estos datos, son desprendidos de un informe realizado por la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niñas, Niños y Adolescentes (DINAPEN) en Diciembre del 2020, pero; las niñas son el principal objeto de cualquier tipo de violencia, con el 52% de casos registrados, frente al 48% entorno a los niños. El mismo informe también afirma que el 44% de violencia es ejercida por parte de la madre, el 30% por parte del padre, el 26% restante es por parte de cualquier miembro de la familia o pareja en el caso de los adolescentes. Un 40% de este sector ha sufrido una agresión, como: golpes, insultos, dejarlos sin comer, baños de agua helada, prácticas sin escrúpulos, yendo contra cualquier derecho humano.
Más de 200 denuncias en el año 2021, han sido registradas por la misma entidad, teniendo como negligencia la principal causa de violencia contra los menores, registrándose el 60% de las denuncias bajo esta causal, el 25% por maltrato físico y el 15% restante por maltrato psicológico.
El otro lado de la moneda, es en las provincias donde no existen casos o denuncias registradas de maltrato contra niños, niñas o adolescentes, como es el caso de Santa Elena. Sin embargo; esto solamente genera dudas, ya que siempre existe un sub registro de las cifras oficiales, poniendo en entredicho las que arrojó el 2020, haciéndolas casi imposibles de calcular concretamente, teniendo en cuenta como factor principal el encierro en la pandemia, esto pudo haber generado el impedimento para que las personas se acerquen a denunciar estos hechos, además está el factor de convivencia con sus agresores.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el concepto de violencia es: “El uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia, o es muy probable que tenga como consecuencia, traumatismos, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte”.

Bajo este concepto, se puede decir que en todo sentido se vulnera este mismo, en relación a los derechos de los menores, sobre todo; contra el precepto de “interés superior del menor”, que a través de los entes de justicia y sus instrumentos garantiza el cumplimiento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes a cabalidad en cualquier situación.
Penosamente la realidad es otra, el quemeimportismo de la sociedad en general, especialmente por parte de algunos ejecutores de Justicia, muchas veces actuando de oficio deciden la felicidad o la tristeza de un menor. Hay mucho trabajo todavía por hacer, creciendo como una colectividad emocionalmente sana, aprendiendo de las experiencias del pasado, exigiendo que sus derechos se cumplan, viéndolos como iguales, solamente así lograremos el descenso de estas cifras alarmantes, y las niñas, niños y adolescentes de hoy puedan tener un presente emocionalmente digno, sano, y a futuro, saber que la siguiente generación lo hará mejor con sus hijos.
C. Renato Moncayo Moscoso – Corresponsal en Cotopaxi.