Si Guillermo Lasso viviese en la época de la antigua Unión Soviética, sin duda alguna sería merecedor de la “Orden de Lenin” al mérito socialista, no sonaría descabellado, dado todos los errores que cometió en su campaña.
El banquero candidato, ha provocado un fraccionamiento tal en la propia tendencia que él con la fuerza de su presencia ha querido monopolizar, que de la noche a la mañana millones de personas se vuelvan Socialistas en su votación o prefieran anular el voto.
El problema es claro, al basar su paso al balotaje, a movidas dudosas dentro del CNE, y el hecho de pensar que solo puede generar votación moviendo voluntades en contra de la figura del ex presidente Rafael Correa, y creer que él es el único camino en contraposición al Correísmo, en vez de ceder espacio para darle la opción a otro candidato. Un candidato como Yaku Pérez, que pudo haber canalizado mejor el voto que el Señor Lasso, pero prefirió no ceder; esto demuestra que talvez el interés del Señor Lasso no es el bien del país, sino es el bien propio. Atrapado en una profunda vanidad que escapa a la ideología y a cualquier “supuesto deseo de bienestar” para el país.
Si hay alguien que transformó la votación de millones en un voto socialista es el mismo Señor Lasso, y si hay alguien que con sus errores y ceguera política ha pavimentado el camino al Socialismo es él, por eso merece su medalla, “la Orden de Lenin” al mérito socialista.