
En una carta de 1945 que adjuntamos, el Dr. José María Velasco Ibarra, renuncia a una donación que le hacía el Presidente y Vicepresidente del Comité; José Mejía, expresando su rechazo a una colecta para donarle una casa, y en forma enérgica y enfática les contesta: “Que si recogen algún dinero lo entreguen al “Orfanato Vicente de Paúl” o al “Leprocomio de Verde Cruz”, enfatizando; que él había aceptado la Presidencia de la República para servir como un “deber de honor”.
El Dr. Velasco, vivió con pulcritud, austeridad, y mística personal. Él ha sido un ejemplo de honestidad individual, más debemos señalar que vivió de cara opuesta a la realidad. Podríamos acotar que fue un ser atemporal, que servirá de ejemplo de pulcritud, más no supo transmitir sus profundos valores a sus más cercanos colaboradores, en tanto sus discípulos, hombres jóvenes en su mayoría, invertían fondos para traer una y otra vez al Profeta, para redituar sus inversiones políticas con creces y a espaldas de el espíritu del Doctor.
Los velasquistas y los pos-velasquistas no estuvieron a la altura de ese Líder, extraído de una novela del romanticismo francés del Siglo XIX, y en lugar de que Velasco Ibarra transformara su pensamiento en semilla ética y filosófica para la sociedad con sus pensamientos vibrantes y profundos, sus más cercanos colaboradores lo usaron antes y después de su fallecimiento para germinar su codicia.
En resumen, amable lector, ésta puede ser una razón de la “Razón” de nuestra histórica y cruda corrupción.
Ramón Sonnenholzner Murrieta