La migración en Ecuador tiene sus orígenes en la década de 1920, cuando migrar era un privilegio para las personas de la clase alta, posteriormente se agudiza en la década de 1950 y 1970 donde Estados Unidos se convierte en el principal destino. Las mujeres son hoy en día casi la mitad de la población migrante del mundo según datos del Banco Mundial y su número va en aumento.
Según la IOM, la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU, el fenómeno de la migración femenina, se da por tres grandes causas; económicas, sociales y criminales. Las mujeres y las niñas migrantes, refugiadas deben enfrentar el miedo de forma constante, sufren la desigualdad, inequidad e injusticia social, son consideradas como una amenaza para la sociedad de los países que las acogen.

En Ecuador, aun cuando el marco legal establece que todas las personas independientemente de su estado migratorio o nacionalidad, tienen derechos a acceder a los servicios de salud pública y/o educación, enfrentan múltiples barreras que lo impiden. Para muchas mujeres migrantes estos servicios son inalcanzables, y si hablamos de alimentación, vivienda, supervivencia propia y la de sus familias el escenario se agudiza aun más, en ocasiones se ven expuestas a la pobreza extrema, la violencia sexual, la xenofobia, la explotación laboral.
Las mujeres migrantes son un pilar fundamental en la economía ecuatoriana, las remesas que envían desde el exterior representan el segundo rubro mas importante en la balanza de pagos, mejora los medios de vida y la salud de sus familias y estimula el ahorro nacional, las mujeres migrantes de forma general ayudan a la reactivación económica del país.
Gabriela Solís – Corresponsal en Galápagos.