
Una crisis bien administrada deja siempre saldos positivos, y si no aprendemos nos quedaremos atrapados entre la desilusión y en el intento del olvido.
Nuestro país se ha caracterizado por su pobre capacidad de administración privada y pública.
A lo largo de su ya Bicentenaria historia republicana
queda probado que somos una sociedad
que heredó sus viejos errores y sonsamente los repite, obstaculizando su avance tecnológico y democrático sin modificar sus códigos culturales.
Toda sociedad, produce de acuerdo al tipo de cultura prevaleciente,
a través esos valores y de la cosmovisión que impulsa su dirigencia.
El Ecuador, en su historia, ha sido una sociedad despilfarradora,
tanto estatalmente como privadamente,
marcada por dogmatismos y autoritarismos carnavalescos
que nos mantienen a la zaga de la evolución global.
Ahora nos toca oír un nuevo canto de esperanza,
operada y esperado ahora por los actores de la Derecha,
que no sabemos si han aprendido
de las múltiples lecciones de la Bicentenaria historia ecuatoriana.
TIRO: 369