La violencia hacia las mujeres y niñas, es un tema muy complejo que en estos últimos meses se ha evidenciado de manera concurrente. El machismo /patriarcado, propio de la Cultura Latina, la falta de políticas públicas y de garantías para las personas afectadas, hacen que las víctimas de violencia prefieran callar.
Todas estas causales, acompañadas de un extendido confinamiento, han proliferado los casos de abusos.
No se trata de clases sociales, ni mucho menos de la edad, la violencia ejercida por hombres contra mujeres y niñas puede asumir diversas formas y expresiones, desde la violencia física, psicológica, sexual y económica, llegando al extremo de la violencia letal o femicidios. Siendo los principales agresores el círculo cercano de la víctima.
El caso más reciente en el cual la policía intervino, es el operativo con el nombre “Rescate Querubín”; siete menores de edad que eran víctimas de agresiones sexuales en su propio entorno familiar, una de ellas con una discapacidad física del 75% e intelectual del 60%. Pero sorprende e indigna, ver como los jueces se vuelven cómplices de los victimarios y emiten medidas cautelares, cuando la Fiscalía argumenta que el sospecho (padre de la víctima) había amenazado a su hija con matar a su madre si contaba “el secreto”.

Este y muchos casos, hacen necesaria la implementación de verdaderas políticas públicas que aborden estos temas desde la prevención, atención y reparación, con múltiples actores e instancias gubernamentales.
Debemos recordar que para prevenir la violencia se deben analizar problemas macros como la pobreza, las pandillas, la delincuencia, el consumo de sustancias estupefacientes, conflictos armados, injusticias sociales y el libre acceso a la pornografía.
Solo cuando el Estado trabaje para erradicar estos males, podremos mejorar la cultura y hacer prevalecer los Derechos de las Niñas y Mujeres.
ALEXANDRA NARANJO
CORRESPONSAL EN TUNGURAHUA