Me gusta el aire de las iglesias. Se respira vida, muerte y también resurrección, pero a su vez descubro un inmenso lote de sacerdotes que son los mismísimos diablos, y que han ido intencionalmente sembrando una realidad de ficticios misterios.
La astucia de estos “pastores” rodeados de auras religiosas ha sido abusivamente construida por grandes pactos y falsos enemigos, coloreando el Universo de los creyentes con fantasmagóricas colaciones, que si a ellos les hacen caso, se salvan.
“La astucia pastoral es tan grande, ellos no avalan la salvación, la dejan en manos de Dios”.
Ellos no son responsables de que el rebaño, o uno de sus corderos se envenene,
pero eso sí, el orden secreto de este mundo está totalmente en sus manos, ya que ellos manejan: la magia religiosa, el Santo y la limosna.