El sol, en la mismísima luna, afila sus rayos en un acto de exorcismo sideral, luego; captura cada alma con su vuelo clínico y particular, en tanto, el viento con las riberas del rio se agita, abriendo el puño y botando la semilla para que todo se abrace a su biológica forma, recordando, que la naturaleza siempre será polisémica.
