Estamos viviendo una época automatizada y materializada. Es tiempo de rescatar la mentalidad de los niños y desintoxicarles de la dañina información que reciben a través de los medios digitales. Existe infinidad de juegos que pueden causar daños irreparables como la muerte de niños por cumplir sus requerimientos, ante la falta de control de los padres; frente a los peligros que corren vale la pena preservar y rescatar ciertas tradiciones dirigidas a ellos, y que eran motivo de diversión y felicidad.
Fomentar estos espacios sirve de motivación para que los niños vayan desarrollando valores tradicionales, que estimulan su crecimiento integral. Para ello es necesario reactivar la inocencia infantil, dándoles a conocer una tradición que precede al divino evento de la Natividad del Niño Jesús, como es el Día de Reyes.
La Biblia registra lo siguiente, sobre la visita de los sabios del Oriente: “Después de que Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente. ¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? preguntaron. Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo. Cuando lo oyó el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalén con él. Así que convocó de entre el pueblo a todos los jefes de los sacerdotes y maestros de la ley, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo. En Belén de Judea-le respondieron, y porque esto es lo que ha escrito el profeta: “Pero tú, Belén, en la tierra de Judá, de ninguna manera eres la menor entre los principales de Judá; porque de ti saldrá un príncipe que será el pastor de mi pueblo Israel”. Luego Herodes llamó en secreto a los sabios y se enteró por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Los envió a Belén y les dijo: Vayan e infórmense bien de ese niño y, tan pronto como lo encuentren, avísenme para que yo también vaya y lo adore. Después de oír al rey, siguieron su camino, y sucedió que la estrella que habían visto levantarse iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de alegría. Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra. Entonces, advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino”. (NVI, Mateo 2:1-12).

Con base en este evento bíblico, en ciertos países, cada 6 de enero se celebra el Día de Reyes. Esta es una tradición que se remonta a inicios del siglo XIX en España y que fue adoptada por algunos países de habla hispana, la cual consiste en la cabalgata de los Reyes Magos y la entrega de regalos a los niños. La parte central de esta tradición está en la carta que escriben los niños dirigida a los reyes, en ella manifiestan los regalos que desean y a la vez los propósitos para el nuevo año.

Tales propósitos están inspirados en el amor y el bien común; porque los niños ofrecen, por ejemplo: obedecer a sus padres, llevarse bien con sus hermanos, ayudar y colaborar en los quehaceres de la casa, etc. En esta festividad los niños aprenden la más grande lección de amor, que es el regalo de Dios que envió a su hijo, para salvar a toda la humanidad.
Nancy Morales – Corresponsal en Imbabura.