
La vanidad es un rasgo fundamentalmente humano, pero cuando adquiere dimensiones de necedad degenera en una psicosis personal,
que si es padecida por un líder
proclamará la crueldad y la tiranía
envuelta en su propia legalidad.
Cuando este tipo de sujetos sociales gobiernan,
toman más en serio su imagen y su majestad imperiosa que los problemas nacionales y el estatus jurídico y social de los ciudadanos,
y por ello, emerge un gran problema de gravísimas consecuencias, que termina volteando la institucionalidad del Estado para favorecer la imagen y soberbia del caudillo o redentor psicótico,
que pretende salvar la humanidad.
TIRO: 258