
Muchos aspiramos llegar a un grado de sensatez
que permita la estructuración de una República “ética”, mas este deseo se ha desvanecido cuando este encargo se lo entrega a un solo hombre, y por ende,
no aflora la institucionalidad, o cuando un Gremio
como los transportistas urbanos o cualquier grupo de personas en algún sector de la economía
obtienen en forma monopólica u oligárquica, privilegios,
que luego terminan secuestrando,
en nombre de sus intereses personalísimos los intereses sociales colectivos.
El monopolio y la capacidad manipuladora de cualquier sector,
sea privado, colectivo o público, destruye todo tipo de institucionalidad
y deja a la sociedad en manos de unos grupos
que terminan imponiendo la legislación, la justicia y la gobernabilidad
a su antojo, por ende, son grupos antidemocráticos.
TIRO: 330