La globalización o mundialización es una inteligente invitación
a vivir en tolerante armonía, un desafío para calmar la posición muerta
de los nacionalismos.
La globalización, más allá del dominio tecnológico y comercial,
requiere una definición político-humanista
que posibilite el convivir intercultural,
en una posición que le dé más poder a la vida humana.
Para poder luchar contra las discordias
o miserias humanas, no hay que implorar,
ni se necesita ser sobrehumano,
sino aprender a trabajar en ese objetivo
que permite interactuar con el otro y los otros.
El vocabulario de la razón humana debe vencer
el “Mysterium Tremendum” de nuestra falta de entendimiento,
producida por la diversidad de dogmas
que reinan desde los ángulos religiosos, sociales,
políticos y económicos, que hoy reinan sobre el planeta,
ya que los dogmas encarcelan a las sociedades
y no dan libertad para actuar globalmente.
Dicho conceptualmente: Quienes pensamos en vivir en globalidad
tenemos que trabajar para expulsar el dogma,
y no nos sigan excitando con sus interferencias.
TIRO: 458