
Occidente y su manera loca y consumista requiere encontrar un punto de apoyo para darle la vuelta al “envejecido ser” que ha construido, y otorgarse a sí mismo un nuevo orden, un nuevo tiempo.
Sin renegar hay que construir y ejecutar una teoría y praxis más profunda y crítica sobre la actual sociedad, pero sobre todo romper con la pura verborrea ideológica que ofrece la construcción de un nuevo orden, sin iniciar talentosamente su ejecución.
Para ello, se requiere actuar, no en forma teorizante sino hacedora, verificando que la conducción de las Naciones no sea hecha por una tecnocracia llena de discursos enredados ni conducida por escrúpulos dogmáticos a ultranza de la Izquierda o de la Derecha.
El nuevo tiempo y orden deben venir desde la ciudadanía, conectados con sus realidades y sueños, que deben ser aprovechados para permitir la estabilización de un Sistema Social basado fundamentalmente en la revalorización del Deber ciudadano. De tal forma de que cada ciudadano capitalice para sí mismo y para su bienestar un capital colectivo eficiente. Este giro antropológico potenciará la historia humana hacía un mejor bienestar.
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