La Humanidad es una sociedad caótica, muy poco tiene de humana.
Por un error de apreciación, muy seguido decimos; “la sociedad actual es degenerada, irrespetuosa, violenta”, y al final de esta frase, sentenciamos; “antes se respetaba a los mayores, se podía dejar la puerta abierta, no había corrupción”, pero basta de recordar hechos históricos, o religiosos, para caer en cuenta que la humanidad desde su inicio siempre fue, y sigue siendo; caótica, violenta, destructora.
La religión cristiana enseña que al inicio de la humanidad una persona asesinó a su hermano por envidia. La mitología griega dice que el mayor de sus dioses se comía a sus hijos.

Hace 500 años, las Autoridades católicas, a las personas que no profesaban su religión las quemaban o despellejaban vivas. Y durante la misa, repetían que su religión se basa en el amor al prójimo. En el sur de EEUU, muchos hacendados lograron grandes fortunas en base a la mano de obra esclava, y no dudaron en ir a la guerra cuando vieron que “su derecho” sobre la vida de otras personas corría peligro. En el Caribe y en Bolivia, millones de naciones de personas indígenas murieron porque las obligaron a trabajar en minas.
El Hombre desarrolló tecnología, pero no superó el carácter violento que fue fundamental para sobrevivir cuando empezó a salir del nivel de animal cuadrúpedo.
¡Seguimos siendo irracionales!
Sabemos lo que no debemos hacer para que no peligre nuestra existencia, para no extinguirnos, pero no nos importa, porque el afán por ganar dinero o poder, domina nuestros sentimientos; esto solo lo hace un animal irracional.
Millones de personas no tienen reparo en perjudicar a sus congéneres, o de evitar que otros lo hagan, si esto los beneficia para alcanzar las metas que impone el entorno mediático, las costumbres y las tradiciones, incluso desde que estamos en el útero, desde siempre hemos sido capaces de los mayores crímenes.
Somos una sociedad irreflexiva, sabemos que la Ley de Karma es inexorable, pero no dudamos en perjudicar a otras personas.
La mayor parte de la humanidad recibe de sus padres una herencia nefasta, y esa misma herencia deja a sus hijos, porque solo se puede dar lo que se tiene.
El Libre Albedrío es lo más difícil de ejecutar, la mayor parte de las personas creen que son dueñas de su voluntad, creen que hacen lo que ellos deciden, cuando la realidad es que actúan por sentimientos implantados desde antes de nacer.
El reto de toda persona debería ser entender lo aquí dicho, y romper ese círculo vicioso de la herencia nefasta, no es fácil, pero sí es posible.