Históricamente, el tejido social nace fracturado; esto se da en todas las sociedades, desde los vecindarios, pasando por las organizaciones sociales, hasta llegar a las diferentes escalas de gobierno, ya sean parroquiales, cantonales o gobierno central.
El pueblo del Ecuador siempre fue abandonado a su suerte. En las diferentes regiones, el tejido social se construye desde la iniciativa ciudadana, en otras ocasiones; con la ayuda de organizaciones sociales, fundaciones y ONG’s que asisten de múltiples formas para el desarrollo de la sociedad.
En tiempos actuales, la teoría de cuidar el tejido social a partir del proteccionismo estatal con subsidios, recompensas y obra social que benefician a pocos; dejó de funcionar debido a que esta no detiene la atención del ciudadano.
La realidad, es que los pueblos buscan superación propia, reconocimientos de libertades, autosuficiencia, trazando nuevas líneas definitorias. Sienten un hartazgo de la corrupción en que cayó la clase política, los gobernantes, y los diferentes lideruchos que al final del día no cumplen sus ofertas de campaña.
Las nuevas generaciones no buscan una fractura para abrirse paso, desean una transformación social a partir de las nuevas realidades. Nuestro país está en camino a ese cambio, la semilla de la esperanza busca germinar, están sentadas las bases para una nueva transformación social.
Con esto nos surge la siguiente pregunta… ¿Hacia dónde vamos?, y la respuesta es siempre simple, el globalismo y el soberanismo -no nacionalismo-, pues existe un solo camino y es la conquista de todas libertades del individuo, seguridades, y espacios para todos. Donde se permita el desarrollo del individuo a partir de las nuevas necesidades, como son el internet, la comunicación digital que deben estar al acceso de todos al igual que el agua.
El mundo y los países post COVID son distintos; la educación, la oficina y el trabajo entraron a nuestros hogares y no saldrán. Nos lleva a convivir más tiempo en casa; las compras, pagos, banca, la telemedicina, contratos, reuniones, están al alcance de todos los que tienen Internet.

Es en este punto, donde el tejido social en el siglo XXI forma seres que desean un país más solidario, donde no tengas que pertenecer a un partido o tendencia política para ser atendido. Un lugar donde puedas vivir y convivir con total libertad sin ser juzgado por preferencias o diferencias, un país donde se rindan cuentas por igual, tanto el ciudadano de a pie como el gobernante.
Todos queremos que los corruptos tengan un juicio donde la inmunidad o el fuero no sea sinónimo de impunidad, que no exista la necesidad de salir, emigrar para encontrar un futuro mejor, un país sin clientelismo, ni populismo.
Giovanni Reyes – Corresponsal en Guayaquil, parroquia Tarqui.